Por Dr. Sergio Antonio Corona Páez. Uno de los aspectos más interesantes de la personalidad de Carlos Monsiváis, era su fe protestante. Esta fe no la adquirió como ex católico, sino que le venía de familia, por su madre doña Esther Monsiváis. Monsiváis fue coautor del libro “Protestantismo, diversidad y tolerancia” (Comisión Nacional de los Derechos Humanos, 2002) y desde luego, también fue un intelectual que defendió los derechos de las minorías religiosas, particularmente de adeptos e instituciones protestantes.
La “enciclopedia” de Monsiváis, es decir, su acervo cultural, incluía en primerísimo lugar, la Biblia, en la versión castellana de Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera (1569-1602), muy conocida como Biblia Reina-Valera, de la cual hay revisiones actualizadas de 1960 y 1990.
De ahí que Monsiváis diera gran relevancia, en su imaginario, a estos castellanos “heterodoxos” y a muchos otros íconos, hechos y movimientos centrales en la historia de las Iglesias Reformadas, como Jan Hus, Lutero, Calvino, Teodoro de Beza, Zwinglio, John Bunyan, John Milton, los puritanos, los cuáqueros, la Escuela Dominical, los hugonotes, el almirante de Coligny, la Noche de San Bartolomé, Aggripa D’Aubigné, John Wesley, John Brown, Karl Barth, Martin Luther King, Desmond Tutu.
No debe de extrañar, pues, que un personaje como Carlos Monsiváis, destacara por su voz profética. Hay una relación de causa-efecto entre el bagaje cultural de Monsiváis y su actitud crítica hacia el poder. Ya que abordamos este artículo en un contexto bíblico, entendamos que en la Biblia, el profeta no es el que predice el futuro. En el uso cotidiano de Israel, “profeta” significaba más bien “intérprete de la voluntad divina para la humanidad” o “el que mira y declara las cosas desde el punto de vista de Dios”.
Los profetas jamás fueron miembros del clero, siempre fueron promotores del cambio social, al denunciar la injusticia, la falsedad y la opresión. Un buen ejemplo del presente lo tenemos en el poeta Javier Sicilia. A raíz de su terrible pérdida, la desaparición de su hijo en circunstancias poco claras, se ha desarrollado en el poeta una percepción muy particular de la realidad social, que le ha llevado a ver con claridad meridiana, y por ende, a denunciar, los aspectos más negativos y abusivos del poder. Ha cobrado liderazgo y poder de convocatoria a nivel nacional. Por razones como éstas, los profetas siempre fueron perseguidos por los poderosos.
Monsiváis fue distinguido con señalados reconocimientos y premios, entre ellos el Príncipe Claus que otorga Holanda (1998), la medalla Gabriela Mistral de Chile (2001) y el Premio FIL de Literatura de Guadalajara (antes Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo) de 2006, así como con un Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Arizona (2006).
Aunque este Cronista Oficial no es afecto a calificar con epítetos ni calidades, debe reconocer que en Monsiváis, México tuvo a uno de sus protestantes más notorios.
Milenio / Crónica de Torreón
1 comentarios hasta ahora
Escribe un comentarioGracias Dr. por este breviario cultural, nos hace falta conocer a los hermanos que en sus diferentes posiciones glorifican a Dios. ¡¡¡BENDICIONES EXTREMAS!!!