Dios cuida de sus hijos

por Universo Cristiano 26/04/2011 1 comentarios

Por Zabdiel Torres. Monclova es una ciudad al norte del país en el estado de Coahuila. Es conocida como "la capital del acero" y por sus temperaturas extremas. Está a 500 mts. sobre el nivel del mar y las lluvias son muy escasas durante el año. Dicen que durante la canícula (época de más calor) no quieres ni asomarte a la calle. Es una ciudad muy tranquila donde puedes llegar a cualquier punto en menos de 10 minutos. Durante los últimos 6 años, mi familia y yo hemos viajado a Monclova a visitar a la familia de mi esposa por lo menos 3 veces al año. En todo ese tiempo nunca he conocido "el calor insoportable" de Monclova. Gracias a Dios, siempre que hemos estado ahí, el clima se regula de una u otra forma. Incluso, en invierno, cuando la temperatura desciende a niveles bajo cero, algo sucede que el sol comienza a calentar más de lo normal. Al principio pensaba que se trataba de una mera coincidencia, pero después de tantas veces que esto ha sucedido, puedo ver ahora la mano protectora de Dios.

Nuestro último viaje no fue la excepción. Unos días antes de la semana santa, Monclova estaba rondando los 50 grados centígrados. Mis papás, atentos a las noticias norteñas, preocupados por sus pequeños nietos, nos compraron una caja de botellitas de agua para llevar en el camino. "Ahora sí está haciendo calor, que tomen mucha agua los niños", me decía mi papá, advirtiéndome del peligro de una posible deshidratación. Adicionalmente, para empeorar el panorama, se supo de una balacera en Monclovita, un poblado en la zona metropolitana de Monterrey, que alarmó a mi mamá (aunque Monclovita está bastante lejos de Monclova, esas ciudades son tan lejanas a la Cd. de México que todo parece parte del mismo lugar).

Convencidos de que Dios tiene todo bajo control, oramos para que Él nos permitiera estar en Monclova con su bendición y protección: tanto del clima extremo, como de la violencia del hombre.

Un día anterior a nuestra salida, Monclova estaba a 48 grados. Salimos muy temprano con el fin de llegar con luz de día. Gracias a Dios no tuvimos ningún contratiempo. Cuando llegamos a la casa del Ing. Gallegos, dimos gracias a Dios por su protección en el camino y porque ¿qué creen? el clima estaba templado. Le dije a mi suegro:

-- Pensé que estaba haciendo mucho calor.

-- Sí, hasta ayer hacía mucho calor, pero hoy entró un frente frío --me dijo.

Gozamos de dos días muy agradables.

Al tercer día comenzó a subir la temperatura, nada que no pudiera soportarse, pero mi suegro me alertó: "Está pronosticado que mañana volvemos a temperaturas superiores a los 40 grados". Hice una breve oración: "Señor, tu siempre nos has cuidado, aún faltan varios días".

Efectivamente el calor se dejó sentir un día, pero aún se podía caminar en la calle. Al día siguiente en la tarde (Jueves Santo), mientras reposabamos la comida en la amplia cochera de la casa de la tía Inés, el cielo se nubló y llegó de pronto un viento fuerte. "¡Salgan de la alberquita, hijos, vamos a meternos a la casa porque ya va a llover!", exclamé. De momento, nadie me secundó, no parecían creer que fuera a llover, HACÍA SIETE MESES QUE NO LLOVÍA EN MONCLOVA DESDE EL HURACÁN ALEX. Pero el viento arreció y nos hizo mover a todos, recogimos rápidamente y en unos pocos minutos comenzó a llover. La lluvia fue breve, pero lo suficientemente copiosa para refrescar el resto del día.

A partir de ese día, hasta que salimos de regreso a México, siguió lloviendo durante las noches. Podían verse los charcos en las calles en las mañanas. Nuevamente tuvimos un buen clima en Monclova durante nuestra visita, y pudimos ver otra vez la mano poderosa de Dios, un Padre amoroso que cuida de sus hijos.

De regreso, cuando cargamos gasolina en Castaños, un poblado que está a escasos 15 minutos de Monclova, el despachador notó que el coche estaba sucio por el agua de lluvia y me preguntó:

-- ¿Está lloviendo de donde viene?

-- Sí, durante la noche ha estado lloviendo --le dije.

-- ¿Pues de dónde viene? --preguntó un poco incrédulo, haciendo una linea con su dedo en la carrocería.

-- De Monclova --le contesté.

-- ¡Ahhhhh! aquí no ha caido una gota.

 


1 comentarios hasta ahora

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  1. Ester Figueroa
    Ester FigueroaAutor 27/04/2011

    Bendiciones hermano Zabdiel, que el Señor lo bendiga siempre al lado de toda su familia y personas que le rodean. Le envío un abrazo en el amor y la paz de Cristo Jesús.

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