Artículos
para la edificación de la iglesiaEl Orden Divino en la Alabanza: el Sacerdote (4a parte)
Por Zabdiel Torres. El tercer elemento que encontramos con respecto a la santidad del Altar del Incienso es quién ministra la adoración. Solo los descendientes de Aarón (tribu de Leví) podían ofrecer sahumerio en el altar. Cuando Coré, sin ser sacerdote levita, quiso usurpar el sacerdocio de Aarón, y ofrecer su propio sacrificio fue tragado por la tierra con toda su familia; y los hombres que le siguieron fueron consumidos por el fuego de Dios (Num. 16). Esto nos habla que solo la alabanza de un hijo de Dios, de un espíritu redimido, es aceptable delante del Señor. Por eso Pr. 15:8 dice que el sacrificio de los impíos es abominación a Jehová.
Leer másEl orden divino en la alabanza: el Fuego (2da parte)
Por Zabdiel Torres. El segundo elemento que encontramos referente a la santidad del Altar del Incienso es el fuego de Dios que quema el incienso para elevar el aroma correcto. El fuego debía tomarse del altar de los sacrificios y ser depositado en el incensario del sacerdote para que éste lo pudiera mecer y así llenar toda la casa del Señor con un aroma delicado. El fuego del altar, es figura del espíritu que está detrás de nuestra adoración. La música que usamos en nuestra alabanza debe ser una expresión del espíritu de Dios que ministra al espíritu de los oyentes (1° S. 16:23). El fuego, que corresponde a la música de nuestra alabanza, es muy importante y Dios se refiere en tres ocasiones al “fuego extraño” que los hijos de Aarón ofrecieron a Jehová (Lev. 10:1; Num. 3:4; 26:61).
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